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viernes, 12 de marzo de 2010
Para ver los Juegos Paralímpicos de invierno
Como en todos los juegos, el sitio Paralympic.org ofrece el sitio Paralympic TV, transmitiendo una gran variedad de competencias.
jueves, 11 de marzo de 2010
Empiezan los Juegos Paralímpicos de Invierno
Desde el próximo Viernes doce de marzo y hasta el Domingo veintiuno se llevarán a cabo los Juegos Paralímpicos de Invierno en la ciudad de Vancuver, Canadá.
Vancuver será el primer Juego Paralímpico de invierno de la historia en contar con deportistas argentinos. Los pioneros en la nieve serán los esquiadores Juan Ignacio Maggi y Leonardo Martínez que competirán del doce al veintiuno de marzo en Canadá.
La clasificación no fue fácil. Ambos atletas llegan a la cita olímpica gracias a sendos Waild Card (invitación especial) otorgados por el Comité Paralímpico Internacional y gestionados por el Comité Paralímpico Argentino (CoPAR) y la Federación Argentina de eSki y Andinismo (FASA). Sin dudas, este debut olímpico puede celebrarse tanto como haber subido al podio. José María Valladares, presidente del CoPAR sostiene que tener esta oportunidad es “algo impresionante y muy positivo para el deporte argentino”. Como condición, Maggi y Martínez debieron participar de la Copa de Europa en la ciudad de Piztal – Austria, donde sellaron su pasaporte a Canadá.
Esta es la décima edición de los Juegos Paralímpicos de invierno, que se realizan cada cuatro años desde mil nueve setenta y seis, inmediatamente después de los Olímpicos. En esta oportunidad los deportistas con diferentes discapacidades competirán en cinco disciplinas: esquí (alpino y cross country), biathlon, curling en silla de ruedas y sledg hockey (se juega sobre un carrito que se desliza en el hielo). Los pesos pesados en este tipo de torneos son los países nórdicos, Alemania y Estados Unidos, siempre en el primer pelotón del medallero.
Aquí están, estos son.
Juan Ignacio Maggi tiene cuarenta y sieteaños, y a pesar de las secuelas de una poliomielitis, siempre ha sido un fanático del deporte y está acostumbrado a los grandes desafíos: corrió maratones en Nueva shork, Roma, Argentina y Barcelona en su bicicleta de mano con la que también cruzó los Alpes suizos. “Mi mayor satisfacción en el deporte fue en una maratón de cinco kilómetros en Córdoba, que hice con bastones canadienses. Llegué treinta minutos después del último pero había tres mil personas esperándome para aplaudirme. Fue una gran emoción”, recuerda Maggi.
Luego de varios intentos fallidos, aprendió a esquiar con Christian Alias (hoy couch del equipo argentino que viaja a Vancouver). Una vez que Juan Ignacio tuvo su silla propia para poder esquiar (un carrito que se apoya en uno o dos esquíes), el pensamiento de ambos fue el mismo: “Hasta las olimpíadas no paramos”.
Luego se sumaría al proyecto el malargüino Leonardo “Poke” Martínez, de treinta y cuatro años, ex instructor de eski de la Escuela de Valle de Las Leñas, que hace tres años sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas. Hoy, sigue haciendo lo que más le gusta y junto con su compañero de equipo se entrenan hasta cinco horas por día con la cabeza puesta en las pistas de Vancouver. Ambos participarán en esquí alpino. Este es uno de los deportes más “adaptables” para personas con discapacidad: tiene diescisiente variedades y lo practican deportistas ciegos, discapacitados mentales o motores.
El equipo argentino lo completa Valeria Grandinetti, jefa de la delegación, que desde Las Leñas dirige la Federación argentina de eSki y Andinismo y tuvo mucho que ver en este logro. ¿Pensar en una medalla es una utopía? “Sin antecedentes logramos la clasificación, que es el sueño más grande de un atleta. Ahora los principales rivales somos nosotros mismos”, explica. Sobre los sueños y posibilidades de podio, Maggi es claro: “Siempre soñé con esto pero de la mano de la bici, nunca pensé que participaría en esquí. Por mi parte no hay ninguna posibilidad de una medalla, creo que mi triunfo fue abrir el camino. Estamos seguros de que en adelante vendrán muchos más”.
Más allá de lo difícil que será subir al podio, el deporte argentino da un paso gigante en su desarrollo. Eso también es para festejar.
Vancuver será el primer Juego Paralímpico de invierno de la historia en contar con deportistas argentinos. Los pioneros en la nieve serán los esquiadores Juan Ignacio Maggi y Leonardo Martínez que competirán del doce al veintiuno de marzo en Canadá.
La clasificación no fue fácil. Ambos atletas llegan a la cita olímpica gracias a sendos Waild Card (invitación especial) otorgados por el Comité Paralímpico Internacional y gestionados por el Comité Paralímpico Argentino (CoPAR) y la Federación Argentina de eSki y Andinismo (FASA). Sin dudas, este debut olímpico puede celebrarse tanto como haber subido al podio. José María Valladares, presidente del CoPAR sostiene que tener esta oportunidad es “algo impresionante y muy positivo para el deporte argentino”. Como condición, Maggi y Martínez debieron participar de la Copa de Europa en la ciudad de Piztal – Austria, donde sellaron su pasaporte a Canadá.
Esta es la décima edición de los Juegos Paralímpicos de invierno, que se realizan cada cuatro años desde mil nueve setenta y seis, inmediatamente después de los Olímpicos. En esta oportunidad los deportistas con diferentes discapacidades competirán en cinco disciplinas: esquí (alpino y cross country), biathlon, curling en silla de ruedas y sledg hockey (se juega sobre un carrito que se desliza en el hielo). Los pesos pesados en este tipo de torneos son los países nórdicos, Alemania y Estados Unidos, siempre en el primer pelotón del medallero.
Aquí están, estos son.
Juan Ignacio Maggi tiene cuarenta y sieteaños, y a pesar de las secuelas de una poliomielitis, siempre ha sido un fanático del deporte y está acostumbrado a los grandes desafíos: corrió maratones en Nueva shork, Roma, Argentina y Barcelona en su bicicleta de mano con la que también cruzó los Alpes suizos. “Mi mayor satisfacción en el deporte fue en una maratón de cinco kilómetros en Córdoba, que hice con bastones canadienses. Llegué treinta minutos después del último pero había tres mil personas esperándome para aplaudirme. Fue una gran emoción”, recuerda Maggi.
Luego de varios intentos fallidos, aprendió a esquiar con Christian Alias (hoy couch del equipo argentino que viaja a Vancouver). Una vez que Juan Ignacio tuvo su silla propia para poder esquiar (un carrito que se apoya en uno o dos esquíes), el pensamiento de ambos fue el mismo: “Hasta las olimpíadas no paramos”.
Luego se sumaría al proyecto el malargüino Leonardo “Poke” Martínez, de treinta y cuatro años, ex instructor de eski de la Escuela de Valle de Las Leñas, que hace tres años sufrió un accidente que lo dejó en silla de ruedas. Hoy, sigue haciendo lo que más le gusta y junto con su compañero de equipo se entrenan hasta cinco horas por día con la cabeza puesta en las pistas de Vancouver. Ambos participarán en esquí alpino. Este es uno de los deportes más “adaptables” para personas con discapacidad: tiene diescisiente variedades y lo practican deportistas ciegos, discapacitados mentales o motores.
El equipo argentino lo completa Valeria Grandinetti, jefa de la delegación, que desde Las Leñas dirige la Federación argentina de eSki y Andinismo y tuvo mucho que ver en este logro. ¿Pensar en una medalla es una utopía? “Sin antecedentes logramos la clasificación, que es el sueño más grande de un atleta. Ahora los principales rivales somos nosotros mismos”, explica. Sobre los sueños y posibilidades de podio, Maggi es claro: “Siempre soñé con esto pero de la mano de la bici, nunca pensé que participaría en esquí. Por mi parte no hay ninguna posibilidad de una medalla, creo que mi triunfo fue abrir el camino. Estamos seguros de que en adelante vendrán muchos más”.
Más allá de lo difícil que será subir al podio, el deporte argentino da un paso gigante en su desarrollo. Eso también es para festejar.
martes, 2 de marzo de 2010
Literatura entre sombras
Publicado en revista ene.com
De una vida normal directo al infierno y de allí al Purgatorio hasta quién sabe cuándo. En esos términos dantescos Carlos Lima Coimbra define su destino de ceguera. Desde hace seis años convive con una enfermedad inmunológica irreversible que redujo drásticamente su capacidad visual. Llegó a perder la totalidad de la visión, aunque ahora pudo recuperar parcialmente la de su ojo izquierdo. Lector compulsivo, lo primero que pensó por esos días oscuros de 2004 fue cómo salvaguardar el refugio de la literatura. Pero fue recién cuando sumó 500 audiolibros en su biblioteca que decidió compartirlos. Para eso formó el Centro Iberoamericano Cultural de Audio Lectura y Educación (Cicale), la ONG donde llegó a almacenar alrededor de 3600 audio y videolibros.
A pesar de que tiene audiolectores en todo el país, que gratuitamente envían y reciben textos en cds y Mp3, y que desde el año pasado provee un servicio a escuelas del partido de Vicente López, no recibe un peso del Estado nacional, provincial o municipal. A puro pulmón, empuja el sueño de esta particular biblioteca en su casa de Villa Martelli, junto a la directora administrativa Adriana M. Nos chese, el director institucional Luis Sánchez Trucido y el apoyo de su familia.
El audiolibro es un mercado desarrollo y en constante crecimiento en Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania. En Argentina, en cambio, casi todas las editoriales que se animaron al formato antes de la revolución del Mp3 quebraron en poco tiempo.
Con el pasar del tiempo Lima Coimbra descubrió que los audiolibros no eran sólo una posibilidad para que las personas con discapacidades visuales, motrices o neurológicas pudieran seguir disfrutando de la literatura. También, encontró que podía mejorar las condiciones de las personas con síndrome de Down, autismo, Parkinson, dislexia, y también de los enfermos terminales. Los audiolibros son además otro soporte para los lectores autodenominados normales.
"Parece simple. Nosotros proveemos a escuelas con una computadora, un disco rígido con archivos. Con nuestro método el cuento del Principito está musicalizado, con efectos sonoros y con una voz profesional, además de la posibilidad de la repetición, pausar, etc.", explica el hacedor de este milagro, que se ampara en la ley 26285 de propiedad intelectual que contempla una exención de los derechos de autor para personas ciegas y con otras discapacidades perceptivas.
"Comenzamos con muy pocos títulos y fuimos creciendo en calidad y material. Los socios son muy agradecidos", explica la directora Noschese cuando repasa los cinco años de esta biblioteca única en el país. Las bibliotecas oficiales para ciegos y discapacitados tienen un crecimiento irregular, que siempre reacciona tarde a la aparición de las nuevas tecnologías. El crecimiento de los costos de la edición en braille condena casi siempre a los lectores a perderse de cualquier novedad editorial de los últimos cuarenta años.
Otras experiencias como Tiflolibros, la primera Biblioteca Digital para Ciegos de Habla Hispana, han demostrado la posibilidad de conformar nuevos espacios de lectura. Sin embargo, la voz electrónica de esos libros no se compara con la locución profesional de los contenidos del Cicale y mucho menos con los textos leídos por el propio Borges, Cortázar y tantos otros escritores consagrados.
Lima Coimbra no oculta su ambición altruista de seguir creciendo y ayudando a un universo marginado de lectores. Si por él fuera –dice- subiría a Internet los 3600 títulos que guarda en su casa. El costo de un servidor y de una plataforma con la capacidad suficiente para soportar tamaña biblioteca, acotado para cualquier organismo gubernamental es demasiado alto para Lima Coimbra. Un pecado. Un pecado argentino.
De una vida normal directo al infierno y de allí al Purgatorio hasta quién sabe cuándo. En esos términos dantescos Carlos Lima Coimbra define su destino de ceguera. Desde hace seis años convive con una enfermedad inmunológica irreversible que redujo drásticamente su capacidad visual. Llegó a perder la totalidad de la visión, aunque ahora pudo recuperar parcialmente la de su ojo izquierdo. Lector compulsivo, lo primero que pensó por esos días oscuros de 2004 fue cómo salvaguardar el refugio de la literatura. Pero fue recién cuando sumó 500 audiolibros en su biblioteca que decidió compartirlos. Para eso formó el Centro Iberoamericano Cultural de Audio Lectura y Educación (Cicale), la ONG donde llegó a almacenar alrededor de 3600 audio y videolibros.
A pesar de que tiene audiolectores en todo el país, que gratuitamente envían y reciben textos en cds y Mp3, y que desde el año pasado provee un servicio a escuelas del partido de Vicente López, no recibe un peso del Estado nacional, provincial o municipal. A puro pulmón, empuja el sueño de esta particular biblioteca en su casa de Villa Martelli, junto a la directora administrativa Adriana M. Nos chese, el director institucional Luis Sánchez Trucido y el apoyo de su familia.
El audiolibro es un mercado desarrollo y en constante crecimiento en Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania. En Argentina, en cambio, casi todas las editoriales que se animaron al formato antes de la revolución del Mp3 quebraron en poco tiempo.
Con el pasar del tiempo Lima Coimbra descubrió que los audiolibros no eran sólo una posibilidad para que las personas con discapacidades visuales, motrices o neurológicas pudieran seguir disfrutando de la literatura. También, encontró que podía mejorar las condiciones de las personas con síndrome de Down, autismo, Parkinson, dislexia, y también de los enfermos terminales. Los audiolibros son además otro soporte para los lectores autodenominados normales.
"Parece simple. Nosotros proveemos a escuelas con una computadora, un disco rígido con archivos. Con nuestro método el cuento del Principito está musicalizado, con efectos sonoros y con una voz profesional, además de la posibilidad de la repetición, pausar, etc.", explica el hacedor de este milagro, que se ampara en la ley 26285 de propiedad intelectual que contempla una exención de los derechos de autor para personas ciegas y con otras discapacidades perceptivas.
"Comenzamos con muy pocos títulos y fuimos creciendo en calidad y material. Los socios son muy agradecidos", explica la directora Noschese cuando repasa los cinco años de esta biblioteca única en el país. Las bibliotecas oficiales para ciegos y discapacitados tienen un crecimiento irregular, que siempre reacciona tarde a la aparición de las nuevas tecnologías. El crecimiento de los costos de la edición en braille condena casi siempre a los lectores a perderse de cualquier novedad editorial de los últimos cuarenta años.
Otras experiencias como Tiflolibros, la primera Biblioteca Digital para Ciegos de Habla Hispana, han demostrado la posibilidad de conformar nuevos espacios de lectura. Sin embargo, la voz electrónica de esos libros no se compara con la locución profesional de los contenidos del Cicale y mucho menos con los textos leídos por el propio Borges, Cortázar y tantos otros escritores consagrados.
Lima Coimbra no oculta su ambición altruista de seguir creciendo y ayudando a un universo marginado de lectores. Si por él fuera –dice- subiría a Internet los 3600 títulos que guarda en su casa. El costo de un servidor y de una plataforma con la capacidad suficiente para soportar tamaña biblioteca, acotado para cualquier organismo gubernamental es demasiado alto para Lima Coimbra. Un pecado. Un pecado argentino.
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